domingo, 27 de abril de 2008

Friends (in 15')

Gustavo Palacios, Gusta o Gustavito, entra en el Bar Manolo de Albacete aproximadamente sobre las 15.45h de la tarde, con cara cansada y vistiendo unos pantalones de chandal de nylon bajo una enorme gavardina gris mareco. Pasa frente a la barra saludando a Patricia, la camarera, y a esos dos tíos que pasan las tardes jugando a las máquinas tragaperras, Julián y Bertín. Toma asiento en el taburete de la esquina de la barra, donde el tirador de caña le tapa parcialmente. Mira el reloj y resopla, acto seguido se quita la gavardina y rebusca en los bolsillos para acabar poniéndose una gorra de los New York Yankees arrugada sobre la incipiente calva. Patricia se le acerca y le pregunta si le puede poner algo, a lo que Gustavo Palacios contesta un seco lo de siempre. Gustavo está bastante nervioso porque su madre acaba de morir aplastada por una grúa de construcción mientras se dirigía como una típica ancianita al mercado. Y ahora son las 15. 53h y Pedro González, Pedrito o Pedrín, aún no ha llegado. Gustavo ya está pensando en lo que le dirá, está formando en su garganta la pelota que le echará en cara. Le dirá, Joder Pedrín, mi madre acaba de morir, yo esoty hecho polvo, y tu llegas requete tarde, te odio. Espera que al oír eso Pedrín le ponga una mano en el hombro y se eche a llorar desconsoladamente por ser tan cabrón. O tal vez le diga, Hostia puta Pedrito, me cago en tos' tus muertos, joder, me he quedado solo para siempre, y entonces se pone a llorar por la pérdida de su madre. La cuestión es parecer la víctima, si pareces la víctima es bastante lógico que nadie te inculpe por asesinato, por ejemplo. Conociendo a Pedro como lo conoce Gustavo es de suponer que Pedro llega tarde porque su más que holgada vida social rural le ha tenido toda la mañana y parte del mediodía atado al clítoris de una rubia, posiblemente de Europa del este. Hace años que Pedro dejó su trabajo en una fábrica de la periferia y desde entoces se dedica a pasar la mayor parte del tiempo en su pueblo natal, una barriada a medio camino entre Albacete y Madrid. No se dedica a nada, pasea, toma vinos en la plaza y frecuenta el único prostíbulo del pueblo, donde ya le conocen y hasta le fian. Pese a la evidente distancia Gustavo y Pedro se encuentran dos veces por semana en el Bar Manolo de Albacete, donde charlan un rato delante de una pinta y si se animan juegan a póker en una de las mesas de formica pegajosa y amarillenta por el humo del tabaco de Julián y Bertín. Cada una de esas tardes ha corrido a cuenta de Gustavo. Cada pinta, cada mediana, cada quinto, cada clara, los martinis y los whiskys en ocasiones especiales han sido pagados por Gustavo. Por eso, lo único que espera es que hoy, a las 16.00h de la tarde, aparezca Pedro por la puerta y le invite a una cerveza bien fría para apagar el escozor que siente en el estómago. Son exactamente las 15.59h. Este último minuto de espera se hace eterno. No por el hecho de ser el último minuto de espera sinó por la sensación de que cuando pasen los sesenta segundos nada habrá cambiado, empezando de nuevo un último minuto de espera que durará lo que tenga que durar, una eternidad relativa. Son las cuatro de la tarde y Pedro aparece por la puerta. Se dirige directamente a Gustavo con lágrimas en los ojos y le da un fuerte abrazo, se vuelve y pide a Patricia dos cervezas bien frías, y dice que hoy paga él. Vuelve a abrazar a Gustavo, esta vez más fuerte que antes. Gustavo no cabe en su asombro, y da gracias al Señor por haber llegado a conocer a alguien tan maravilloso como Pedro. Gustavo empieza a tener lágrimas galopando por los surcos de su fea cara. Patricia sirve las cañas y Pedro le da una a Gustavo, que sienta el frío húmedo del cristal en su mano derecha. Pedro se le acerca a la oreja y dice, Gusta, hoy es el dia más feliz de mi vida, voy a ser padre. Gustavo desenfoca la vista y bebe un trago, pero parece que hoy la cerveza no sabe igual.

domingo, 6 de abril de 2008

Ceretanian: step I.

Buscar con la mirada. Codiciar lo ajeno por encima del hombro. Comparar. Regodearse en lo feo. Abstraerse en lo hermoso. Contemplar embelesado. Entornar la vista. Usamos millones de veces al día nuestros ojos, los usamos para comunicarnos y relacionarnos con el mundo, se erigen como base fundamental de nuestra percepción y por lo tanto de nuestra realidad. Vemos aquello que queremos ver. Por eso me dedico a lo que me dedico, y por eso soy tan bueno en mi trabajo. Todo el mundo quiere ver sexo. Sexo aquí, sexo allí. Los desodorantes no se venden en relación a su eficacia sino en relación a los cm. de carne mostrados por su anuncio. Compraremos el detergente que anuncia la rubia de larga melena, el coche del guaperas trajeado y los ultra congelados de la familia de raza aria que almuerza junto a la playa. Buscamos el prototipo de cuerpo perfecto. Y yo busco entender el funcionamiento de éste cuando está en acción. Cuando la tensión sexual se hidrata en las partes bajas de una más que experimentada profesional de la industria. Yo voy más allá de la convención, del tabú, y me posiciono frente al sagrado agujero de una mujer, convirtiéndola en epicentro del espectáculo. La perfomance del coito. Hay polvos y polvos, a veces unos te hacen sentir los pelos de punta y otras los bostezos se escapan de tu boca, pero incluso los malos polvos enseñan cosas. Se puede aprender de todo mientras se practica el sexo. Se pueden deducir las inclinaciones de un amante, sus taras, sus miedos, sus rarezas, todos los pequeños detalles que nadie se atreve a pronunciar. Por eso, cuanto más interesante sea el amante, mejor será el sexo, más entretenido. A lo largo de mi carrera he conocido a millones de chicas y chicos interesantes, pero solo los interesantes de verdad, aquellos que te sorprenden hasta cuando se mueren de sobredosis, han logrado triunfar en el mundo del porno. No todos están muertos, pero lo que si que es seguro es que todos envejecen. Solo la vieja Selma sigue dando guerra a pesar de los cincuenta años que carga en sus siliconas. Selma es graciosa. Estaba aquí mucho antes de que yo llegara. Y un día será demasiado vieja y no podrá hacer no siquiera videos de perversiones entre abuela y nieto, porque tendrá la cara arrugada y la vagina seca, y le dolerá la espalda y no tendrá tono muscular alguno, lo cual le impedirá hacer posturas arriesgadas y nadie la querrá contratar. Morirá sola en una habitación de motel que yo seguiré pagando cuando se marche de la productora. El tiempo pasa implacable.