sábado, 20 de octubre de 2007

The United Teendom of Ceretania.

Ni siquiera se preguntaban qué hacían en aquel lugar, oscuro y húmedo, alejados de cualquier forma de civilización conocida, a millas de distáncia de lo que hasta aquel mismo momento habían considerado su hogar. Ahora pertenecian a otro estado de conciencia y de verdad, pudiendo juzgar así los actos de todos los demás, marcando pautas a seguir en todo momento porque ellos ya no eran los comodines de turno. Sin lugar a dudas, todos ellos, jóvenes, individuos a medio camino entre la niñez y la madurez, llevaban en sus espaldas la pesada carga de la herencia de toda una generación. Por eso se encontraban en medio de un bosque, junto a un búnker de la Guerra Civil que había servido tanto de refugio para mujeres y niños como para atrincherar a las decenas de soldados que resistieron justo antes de la derrota. De aquel modo hermanaban el pasado histórico con su futuro inmediato, tratando de entender el funcionamiento de la realidad, usando como referencia la misma esencia humana conocida: el sufrimiento emocional, físico y espiritual constante. Por aquel entonces ellos ya sufrían, y ya llevaban muchos años haciendolo, por eso habían decidido paliar el dolor con emociones distintas a las siempre sentidas por cada uno de ellos, los minúsculos hijos del mundo, los indudables muchachos de Ceretania. Habían crecido frente a pantallas de televisión, padeciendo el continuo ataque publicitario. Habían tenido que pasar de Beta a VHS y de éste al DVD y más tarde al Blu-Ray o el HD-DVD, pero también vieron la muerte del Vinilo, la aparción del cassette y su posterior subtitución por el CD. Pero ahora usaban MP3 y descargaban el material de internet. Si querían no tenían porqué salir de sus casas para comprar ropa, comida o distracciones. Habían aprendido a vivir en espacios reducidos, inspirados en los armarios dormitorio de los chinos o los japoneses cuyas representaciones más importantes aparecían en series anime de dichos países. Gracias a la explosión del consumismo habían crecido adorando el capitalismo y aprehendiendo como positivos los valores que los demás, los adultos, desechaban, convirtiéndose en recicladores de ideas y movimientos.
Se habían reunido para hacer lo contrario a todo lo que les habían inculcado. Habían rellenado el búnker con mantas y colchones envueltos en telas y plásticos. Se habían colocado velas por doquier consigiendo una más que aceptable cantidad de luz. Habían llevado una nevera de viaje y la habían llenado con cava, limoncello y tequila. Tampoco habían olvidado instalar un pobre equipo de música que emitía un pitido constante impidiendo disfrutar de todas las canciones . Habían pasado muchas días preparando la reunión, y ya la tenían lista. No habría más demoras ni más arrepentimientos porque se habían reunido para amarse, para pasar toda la noche amándose.
Chicos y chicas, chicos y chicos, chicas y chicas. Sin reglas, sin sarcasmos oscuros a su alrededor, sin la necesidad de justificar hasta el hecho de respirar. Aquella noche fue íntegramente suya. Ellos habían creado un reino de adolescentes y reinaron sólo una noche, pero reinaron juntos, ombro con ombro, sudor con sudor. Disfrutaron de sus riquezas toda la noche pero cuando los rayos del sol empezaron a juguetear con el oscuro cielo de Ceretania, el sexo se acabó. Dejaron lo que estaban haciendo y se dedicaron a observar el regalo de un amanecer temperado y una buena compañía. Hablaron de sus vidas y de sus nuevos proyectos y todos observaron que algo había cambiado. Las cosas parecían tener una perspectiva más, era como si un nuevo mundo de formas y colores apareciera frente a sus rostros por primera vez en toda su corta vida. La brisa matutina les aportó paz y desasosiego, y se durmieron los unos junto a los otros.
Después de aquello no volvieron a coincidir, nunca más. Cada uno tomó las decisiones que tenía pendientes y se dedicó a hacer su vida, a fabricar un nuevo reino, uno sin compartir, su reino.

sábado, 13 de octubre de 2007

Bienvenida a la República Independiente de tu Casa.

Quan torni diumenge ja em trobaré amb una persona a la qual dir "hola" al entrar per la porta i que farà que cuinem amb davantal. Com se sol dir, que nos vaya bonito.

viernes, 12 de octubre de 2007

La droga del Amor.

Sophie quiere popper. Ha pasado el último mes de su vida clamando a los cuatro vientos que quiere probar el popper, y , a causa de ello, ahora quiere probarlo. No se puede evitar, mas nadie lo quiere evitar. Una fauna acelerada de sibaritas nocturnos se arremolina alrededor de la aturdida muchacha, la joven extasiada que les sirve a ellos de entretenimiento pasajero y fugaz. Carcajadas por doquier, silencios rotos por estruendosos chillidos, como de cría de rata o buitre. Sophie recibe la droga de la mano de Banana Scream, el puto DJ de mierda que ha tocado esta noche, en el club, a quilómetros de distancia de donde nos encontramos ahora mismo. No puedo creer que esté aquí, en un almacén de productos para la limpieza del automóvil, en mitad de un vacío relativo, un desierto de tiempo. No es de día ni de noche, y Sophie se ríe a carcajadas como el resto de la gente y sólo yo sé que se ríe porque va a poder drogarse. Me gustaría poder ahorrarle el mal trago y sacarla de aquí a rastras, sujetándola virilmente por la cabellera demostrándole que estoy aquí para lo que haga falta. Ahora recuerdo que esta tarde, la tarde pasada, había dejado el billetero en la lavadora, si lo hubiese recordado antes no estaríamos ahora aquí. El local es demasiado pequeño para esta gente y sus carcajadas de hiena, como las de las hienas de aquella película Disney en que un niño león perdía a su padre león que resultaba ser un rey, creo que se llamaba el Libro de la Selva, pero da igual. No cabemos todos aquí, además, creo que el ego de Sophie corretea por aquí sin parar y me ha pisado el pie un par de veces, un delante de Brad el rubiales y otra junto Amber y la bollera de la Côte d’Azur que se ha pasado la noche mirando mi entrepierna entre fascinada y asqueada. De pronto, y arrancándome de mis cavilaciones de genio chiflado, Sophie me coge un brazo y me arrastra hacia un pequeño lavabo que hay junto al mostrador. Saca la botellita de entre sus pechos, del canalillo, donde se unen las dos copas del sostén, y la coloca sobre la cisterna. Me mira, mira a Banana Scream, y levanta un poco la cabeza y se mira en el espejo. Me vuelve a mirar, le vuelve a mirar a él, y abre el frasquito del tamaño de una pila AAA que contiene unas diez dosis de popper, nitrito de amilo, vasodilatador que teóricamente no debería afectar al Sistema Nervioso Central pero que aún así, en determinadas ocasiones, lo hace. Sophie se pone en pie y se quita las bragas, que llevaba puestas encima de las medias por si tenía que quitarse las bragas.

-Preparaos para la droga del amor- dice con voz suave pero determinante.

Esnifa, o inhala, o lo que coño quiera que haga, y cae en blanco. Una caída en blanco es cuando una persona pierde toda noción de consciencia pese a tener todos los sentidos del cuerpo a pleno rendimiento. Seguidamente sonríe y le pasa la botellita a Banana Scream, que no cae en blanco pero que esboza bajo sus gafas de sol una enorme sonrisa de placer extremo. Me pasa la botellita. Miro el borde del cuello y las arrugas del cristal del frasco y asomo un ojo, a una distancia de seguridad más que cautelosa, al interior de éste, logrando observar lo que parece arenilla para gatos. Levanto la mirada y me encuentro a Banana Scream lamiendo las nalgas de Sophie a través de las medias agujereadas, mientras ella se entretiene olfateando la ropa interior que hace menos de un minuto llevaba puesta. Que no me jodan, ni drogas ni milagros, iban muy calientes y han puesto la droga como excusa para lo que creo se va a convertir en escatología, y parece que me han invitado para hacer un trío, pues ya se pueden olvidar. Me levanto y salgo al mismo tiempo que tiro la botellita de popper al bolso de Sophie. Me dirijo al centro del almacén y me pongo a charlar con Amber. Con un poco de suerte, en unos diez minutos Sophie y Banana Scream habrán desalojado el baño y yo estaré en él folládome a la lesbiana de Côte d’Azur. Ya lo visualizo, ella abierta de piernas esnifando popper y chillando a su oreja: “¡Sé que te gusta, cerda!”.

sábado, 6 de octubre de 2007

Mandalas: "The More I Try".

No one changes, why I'm so selfish?